El Mont-Blanc

El Mont-Blanc

miércoles, 22 de agosto de 2007

Cinco años han transcurrido desde la última vez que pisé los profundos valles de la Haute Savoie.
Y como cinco años (un lustro) suenan a mucho tiempo, para no perder una costumbre durante más de quince alimentada, volví a Chamonix el pasado 11 de agosto. Y es que Chamonix es al buen montañero lo que La Meca al buen musulmán. Con la diferencia de que a mí no me ha bastado visitarlo tan solo una vez en la vida.
En fín, como quiera que durante mis primeras incursiones en aquel paraíso alpino estuve ocupado (casi obsesionado) en la consecución de objetivos más "gordos" y llamativos que andaban casi siempre por encima de los 4.000 metros, en estas últimas escapadas he ido descubriendo las maravillas de lo que se extiende por debajo de los 3.000, que es sin duda alguna un mundo sorprendente que nos permite asomarnos con perspectiva nueva a las grandes agujas, macizos y glaciares que menudean a lo largo de todo el valle. Una semana ha sido suficiente para reactivar mi espíritu montañero (aunque hubiera sido fantástico disponer de más días) y grabar en mi "Almacén de paraísos" nuevas instantáneas mentales (aparte de las digitales) para cuando haya que transportarse a ellos, virtualmente, en momentos de estrés.

Montenvers, La Jonction, El Brevent... Son algunos de los miradores de excepción que, desde puntos más asequibles a las fuerzas de la mayoría de la gente, permiten la contemplación de cumbres legendarias y escenarios de las más emocionantes y dramáticas hazañas protagonizadas por los pioneros y seguidores del alpinismo moderno en el transcurso de los dos últimos siglos.

Bueno, como no es mi intención añadir más tinta a los ríos que ya corren en torno a estas Montañas (con mayúscula), os dejo un par de muestras de lo que por allí se deja ver...

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